En la actualidad, aplicar un sistema adecuado de tratamiento de aguas residuales ya no es una alternativa, sino una responsabilidad. Frente a la creciente presión ambiental, los biodigestores se han convertido en una herramienta valiosa, sobre todo en zonas donde no se dispone de redes públicas de alcantarillado o donde se busca una forma más eficiente de manejar residuos orgánicos.
Uno de los puntos más importantes al pensar en un sistema descentralizado es conocer los tipos de biodigestores disponibles. Cada uno está diseñado para operar con diferentes materiales, escalas y temperaturas.
Por eso, en este artículo te vamos a contar todo lo que necesitas saber sobre estas tecnologías, cómo funcionan y cuál podría ser útil según tu proyecto. Quédate hasta el final y aprende a distinguirlos con claridad.
¿Qué es un biodigestor y cómo funciona?
Un biodigestor es un reactor cerrado donde se descompone la materia orgánica mediante bacterias que actúan sin presencia de oxígeno. Este proceso, conocido como digestión anaerobia, produce dos subproductos valiosos: biogás (principalmente metano) y un residuo líquido llamado digestato, que puede usarse como fertilizante natural.
En términos simples, se alimenta el biodigestor con residuos biodegradables —como excremento, restos de comida o residuos agrícolas— y se deja actuar a los microorganismos. Luego de unas semanas, comienza la generación de biogás, el cual puede utilizarse como energía para cocinar o generar electricidad.
Este sistema también es útil en el tratamiento de agua, ya que reduce la carga orgánica de los efluentes, minimizando riesgos para el ambiente. Gracias a su estructura hermética, no emite olores, ni contamina el suelo ni las fuentes hídricas cercanas.
Aplicación de los biodigestores en el tratamiento de aguas
Uno de los usos más eficaces de los biodigestores es en viviendas rurales, pequeñas industrias o centros agrícolas que no tienen acceso a plantas de tratamiento convencionales. Aquí, el biodigestor actúa como una alternativa de bajo mantenimiento para depurar aguas grises y negras.
Funciona así:
- Recolección del residuo: se introduce al sistema una mezcla de agua y materia orgánica (humanos, animales o vegetales).
- Fermentación anaeróbica: las bacterias transforman la materia en metano y dióxido de carbono.
- Separación de fases: el biogás se almacena en un compartimiento superior, mientras que el digestato, ya tratado, se dirige a un sistema de filtración o humedal para un tratamiento adicional.
Este proceso permite que el agua tratada pueda ser reutilizada en riego o vertida en cuerpos naturales de agua cumpliendo ciertos parámetros de calidad.
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Clasificación general de biodigestores
Para conocer mejor las variantes, es útil agruparlos según cuatro criterios principales: temperatura de operación, materia prima, escala y contenido de humedad. A continuación, te explicamos cada categoría:
Según la temperatura de funcionamiento
Biodigestores mesofílicos
Operan entre 30 °C y 38 °C. Son los más comunes en zonas templadas y rurales. Su principal ventaja es que requieren menos energía para mantenerse activos, lo que los hace más estables. Sin embargo, no eliminan completamente los patógenos presentes.
Biodigestores termofílicos
Trabajan entre 50 °C y 60 °C. Son más eficientes para destruir microorganismos dañinos y producen más biogás en menor tiempo. Se utilizan en sistemas industriales o municipales. Su desventaja está en la necesidad de controlar constantemente la temperatura y consumir más energía.
Según la materia prima utilizada

Biodigestores para residuos agrícolas
Diseñados para gestionar estiércol, paja o restos de cultivos. Son muy comunes en granjas y agroindustrias. Generan grandes volúmenes de biogás y fertilizantes útiles para el propio ciclo agrícola.
Biodigestores domésticos o comunitarios
Funcionan con restos de cocina, residuos vegetales y aguas negras. Su tamaño compacto permite su uso en casas o comunidades pequeñas. Son fáciles de instalar y operar.
Biodigestores industriales
Aplicados en fábricas de alimentos, mataderos o empresas que generan grandes cantidades de residuos orgánicos. Pueden combinar múltiples materias primas, lo que optimiza el rendimiento del sistema.
Biodigestores para lodos de depuradora
Diseñados para tratar los lodos generados en plantas de tratamiento de aguas. Son parte fundamental del tratamiento terciario en instalaciones urbanas.
Biodigestores de codigestión
Permiten el uso de diferentes residuos simultáneamente, como estiércol con restos de comida o residuos de cocina con aguas negras. Esto mejora la eficiencia y el balance nutricional del proceso.
Según el contenido de humedad
Biodigestores húmedos
Se alimentan con residuos que contienen menos del 15% de sólidos. Es el modelo más usado en aplicaciones domésticas. Requieren agitación constante para mantener la homogeneidad de la mezcla.
Biodigestores secos
Trabajan con residuos que tienen más del 15% de contenido sólido. Son útiles en lugares donde no hay acceso constante al agua. Son más compactos y generan menos digestato líquido.
Según la escala del proyecto
Biodigestores familiares
Ideales para viviendas, albergues rurales o zonas agrícolas pequeñas. Su capacidad va desde 0.5 m³ hasta 10 m³. Son económicos, fáciles de operar y reducen el uso de leña o gas doméstico.
Biodigestores institucionales
Pensados para colegios, restaurantes, centros comunitarios o granjas medianas. Tienen una capacidad intermedia y permiten el aprovechamiento del biogás en cocinas industriales o calefacción de agua.
Biodigestores a gran escala
Diseñados para plantas de tratamiento o industrias. Requieren diseño, construcción e implementación especializada. Generalmente están automatizados y monitoreados de forma remota.
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¿Qué beneficios aporta cada tipo de biodigestor?
Aunque todos cumplen la misma función básica, elegir el tipo correcto de biodigestor puede ayudarte a optimizar recursos, energía y resultados. Por ejemplo:
- Si tu necesidad es rural, con recursos limitados, un biodigestor doméstico mesofílico es ideal.
- Para industrias alimentarias, una opción industrial termofílica te ayudará a procesar altos volúmenes en menos tiempo.
- Si cuentas con varios tipos de residuos, lo mejor es un modelo de codigestión para mejorar el balance nutricional del proceso.
Un punto que no debes pasar por alto es el mantenimiento. Los sistemas más simples requieren revisión mensual y purgado del digestato. Los industriales, en cambio, pueden incorporar sensores, válvulas automatizadas y sistemas de control de presión y temperatura.

Ahora que ya conoces las clases de biodigestores que existen y cómo se aplican en el tratamiento de aguas, puedes tomar decisiones informadas si estás buscando una alternativa sostenible y eficiente.
Desde opciones simples hasta soluciones para industrias, estos sistemas permiten reducir el impacto ambiental, generar energía renovable y mejorar la gestión del agua y los residuos orgánicos.
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